La humanidad acorralada. ¿Culpa de los chinos?
Nadie jamás imagino que un virus ponga de rodillas al planeta entero. En verdad era algo totalmente impredecible hace tan sólo tres meses. El coronavirus es ahora, lamentablemente una realidad cotidiana, omnipresente, amenazante y -con una tasa aparente, de entre 3 y 4 por ciento- letal. El mundo no será ya el mismo y las percepciones que tenemos de lo público y lo privado se verán afectadas.
Surgen muchos aspectos de análisis y cuestionamientos. Entre ellos los que se refieren a los temas de origen. Lo único claro es que fue en China donde se originó. Son los chinos los responsables de esta tragedia humana que sufre el mundo. Fueron ellos los que en sus laboratorios de Whuan lo fabricaron, quien sabe con qué propósitos pero las cosas se habrían salido de control.
En todo caso, la clave aquí respecto a la pandemia es la capacidad de respuesta de los gobiernos. Vemos ahora la importancia de la salud, de la infraestructura, de la generación de conocimiento, como parte de los bienes públicos. Bienes que en general pueden ser consumidos por varias personas al mismo tiempo y que están al margen de lo que se estima son los mecanismos directos de mercado.
Los planes de contingencia económica que el Gobierno está activando para apoyar al sector empresarial así como a los estratos poblacionales más vulnerables se han anunciado en la última semana de forma profusa y con amplio eco mediático, en las redes sociales y en el voz a voz de la ciudadanía. En medio del arranque de la cuarentena sanitaria de todos los colombianos para evitar que se dispare la tasa de contagios del Covid-19, existe una gran y creciente expectativa por la activación de todas estas ayudas presupuestales, tributarias, financieras e incluso en metálico para que las compañías puedan seguir sufragando sus obligaciones y eviten al máximo el despido de personal, en tanto que las familias que se encuentran en confinamiento social y no pueden generar ingresos para su sustento tengan un apoyo económico que les permita sobrellevar tranquilamente estas semanas de restricción de la movilidad y de limitación laboral formal e informal.
Es imperativo organizar de forma coherente la aplicación de todas estas medidas legales, reglamentarias y administrativas que se están tomando para hacer frente a la emergencia sanitaria. Sería un error que este alud normativo terminara generando un mar de confusión entre la ciudadanía, el sector privado y las propias instituciones oficiales del orden nacional, departamental y municipal. Aunque es urgente la adopción de medidas excepcionales para hacer frente a la que es, sin duda, la situación de emergencia más grave en Colombia de las últimas décadas, debe tenerse el suficiente cuidado para que todas estas reglamentaciones no terminen chocando entre sí o generando expectativas que no se pueden cumplir o, peor aún, que atenten contra los propios protocolos de aislamiento social.
De hecho ya ayer se alertó en distintos lugares del país que una gran cantidad de personas se aglomeraba en los puntos a través de los cuales se entregan las ayudas adicionales para distintos programas gubernamentales como Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Adulto Mayor. En la capital del país, tras el anuncio de un amplio esquema de apoyo a los hogares más vulnerables por parte de la Administración Distrital, fue necesario advertir que los potenciales beneficiarios no deberían salir masiva y afanosamente de sus casas para reclamar dichas ayudas, sino esperar en sus respectivas residencias la entrega de las mismas o su consignación bancaria.
No menos preocupantes eran las quejas y alertas de muchos empresarios en torno a que no se han activado de forma ágil los decretos sobre créditos extraordinarios y otras ayudas financieras para poder sufragar el pago de las nóminas de este fin de mes y demás obligaciones por vencerse. Una falencia que tiene relación directa con la forma en que estaban creciendo también las denuncias sobre casos de despidos masivos, licenciamiento no remunerado de personal y envío de una gran cantidad de trabajadores a vacaciones indefinidas sin estar claros los temas de salarios y seguridad social.
Visto todo lo anterior es prioritario que se establezca un sistema normativo ordenado, coherente y claramente jerarquizado que permita diferenciar las medidas de contingencia humanitaria y empresarial para afrontar la emergencia sanitaria, de aquellas dirigidas a los planes de reactivación productiva a mediano plazo de los sectores que se están viendo afectados de forma grave por el coletazo de esta primera fase del Covid-19 en Colombia. No se puede perder de vista que lo más complicado en cuanto a número de contagios confirmados y muertes derivadas se presentará en las próximas dos semanas, aumentando de paso la posibilidad de que las restricciones sean más drásticas si la situación se continúa agravando.
Se requiere, entonces, más audacia y diligencia para que todo ese paquete de decretos, reglamentaciones y anuncios se socialicen efectivamente y se pongan en práctica de forma ordenada y coherente.