Mujeres a todo riesgo: ejemplos de valentía y gallardía
POR:
NINOSKA
REYES URDANETA
Sublimes y auténticas. Hablar de las mujeres es sinónimo de belleza, largas cabelleras, cuerpos definidos como solo Diospudo crear, pero sobretodo son seres frágiles y delicados en los que la valentía y gallardía las hacen personas dignas de admirar.
Son genuinas, tan suaves como los pétalos de una rosa, pero tan fuertes como las espinas que usan como arma de defensa ante este mundo en el que día a día luchan por empoderarse. Las hay profesionales, amas de casa, deportistas, altruistas, pero también policías, investigadoras y arriesgadas en el cumplimiento de la labor que la vida les encomendó.
En el departamento del Cesar, especialmente en su capital Valledupar, la mujer es combatiente, emprendedora y sin miedo a enfrentar las realidades de la sociedad. Como en muchas partes de Colombia, también ha sido afectadas por la violencia, pero su fuerza supera los límites y más allá de ser hijas y esposas, son madres, otra de las cualidades que las hace ser únicas y especiales.
Hoy en la celebración del Día Internacional de la Mujer, DIARIO DEL CESAR conoció la historia de tres mujeres ejemplares, cuya belleza no conoce límites, solo metas y obstáculos por superar. Su misión es ser grandes, su propósito es dejar huellas para escalar los peldaños de la escalera de la victoria en estas tierras vallenatas.
Imaginarse a una mujer, es transportar el pensamiento a una sala de belleza o quizás a un spa, pero jamás a una bodega donde reposan los pesados uniformes estructurales de una bombero para combatir incendios, vestimenta que supera los 50 kilogramos, pero que durante su labor se vuelve tan ligera que simula una pluma o un papel fácil de cargar.
Y así conseguimos a Yurelis Cordero Ballesta, la única mujer que integra el equipo de la línea de fuego en el Cuerpo de Bomberos de Valledupar. Calmada, delicada, pero a la vez con una personalidad que inspira temple y gallardía, manifestó que desde niña su deseo fue servir a la comunidad y así Dios se lo concedió.
Con 30 años de vida, oriunda del municipio de Chiriguaná, Cesar y tecnóloga en Control Ambiental, Yurelis le ha dedicado a la unidad bomberilocho años de trabajo, entre los cuales son incontables los incendios apagados y las emergencias atendidas.
De estatura baja y con una cabellera que le llega a la cintura, la cual protege entre el uniforme para evitar ser atacada por las llamas o cualquier otro obstáculo durante el cumplimiento de su labor, esta mujer que además es esposa y madre de un niño de seis años; manifestó que lo mejor que le ha pasado en la vida es integrar esta organismo de socorro. “Es un trabajo fuerte, pero a la vez muy frágil porque siempre hay que ponerse en los zapatos de los demás, la misión es salvar vidas y con Dios todo es posible”, afirmó.
DESTREZA Y DEDICACIÓN
El diálogo se desarrolló en la sede del Cuerpo de Bomberos de Valledupar, donde es tratada como una dama por los más de 50 hombres con los que durante 24 horas comparte momentos de tristeza y felicidad.
Yurelis solo necesita 35 segundos para correr al cuarto de equipos cuando suena la alarma de emergencia desde cualquier punto de la unidad bomberil. Por el tubo de descenso ha bajado infinidades de veces y subir al carro para el combate de incendios, es su mayor destreza.
“A los 22 años decidí tomar este rumbo, luego de escuchar por la radio que necesitaban formar bomberos; en primer lugar quise ser soldado del Ejército o quizás policía, pero el destino me trajo acá y fui seleccionada entre 300 aspirantes. Fue un entrenamiento muy duro durante tres meses, largas horas de práctica y teoría a través de las cuales ratifiqué que esto era lo mío”, dijo esta joven mujer que aseguró que la fuerza y temple lo heredó de su vida en el campo, pues es hija de dos campesinos que hoy día siguen batallando en esta tierra cesarense.
Yurelis manifestó que para ella no hay nada imposible, que la fuerza con que los hombres ejercen sus labores es la misma que alcanzan las mujeres, quienes con el corazón y nobleza logran ser duras con un roble. Recordó que su primera experiencia fue en un incendio registrado en el centro de Valledupar. “Fue una mezcla de miedo y emoción; hasta me caí pero me levanté de inmediato, la adrenalina lo pudo todo y jamás se borrará de mis pensamientos”, narró.
EXPERIENCIAS ENTRE LLAMAS
El diálogo ya superaba los 40 minutos, mientras que en los alrededores se escuchaba el trajinar de los bomberos, unidades lista para atender emergencias y los hombres de azul dispuestos a responder al llamado de la comunidad, ambiente propicio para que Yurelis recordara que el incendio más peligroso al que ha asistido fue cuando se cayó un avión de la Fuerza Aérea en el municipio de Agustín Codazzi. “Fue duro ver a once militares atrapados en la aeronave, un área destrozada y 24 horas de trabajo continuo en los que la angustia, nostalgia y el miedo invadían el alma, pero que a la vez eran los principales elementos para tomar fuerzas y seguir en el cumplimiento de la misión”.
Entre cinco u ocho bomberos que salen a combatir los incendios, Yurelis es la única mujer, llevar encima un pesado uniforme y dominar la manguera que supera los 10 kilogramos, es quizás lo más fuerte para ella, pero es la esencia de su formación. “Fui criada en el campo, en un corregimiento de Chiriguaná llamado Poponte; para mí no hay nada imposible, quizás haber pasado una infancia cosechando maíz y ayudando a mis padres a recoger café, me dieron esa fuerzas con la que hoy cumplo mi labor”.
Admitió que el miedo siempre está presente, en Dios se encomienda y el trabajo en equipo es la clave para hacerle frente a las llamas, esas misma que destruyen pero a la vez permiten ver el renacer al logarlas combatir. “Ser mujer no tiene límites, la sociedad está cada vez más exigente y el Creador nos dio las herramientas para ser grandes y luchadoras”, afirmó.
LA VIDA ENTRE PRIVADOS DE LIBERTAD
Definitivamente el rol de la mujer es variado e inimaginable. Su presencia es posible en cualquier espacio y su misión abarca hasta lo imposible. Es el caso de la distinguida Lilibeth Roa Andrade, miembro del Cuerpo de Custodia y Vigilancia del INPEC en el Establecimiento Penitenciario de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, donde a diario se sumerge en el mundo de los privados de libertad en busca de humanizar y transformar vidas.
Elegante, maquillada y con su uniforme de camuflaje, se presenta a diario entre los 1.400 presos que integran el lugar de reclusión. Con una voz delicada, pero a la vez con un carácter que a más de uno intimida, Lilibeth tiene nueve años al servicio de la institución, es natural de Santa Marta, profesional en Negocios Internacionales y Especialista en Gerencia Pública.
Comentó que su carrera la inició en el Complejo Carcelario de Cúcuta donde solo se ligó a mujeres privadas de libertad, y desde hace seis años la tarea fue asignada en Valledupar, donde se rodea de hombres involucrados en delitos graves y de alta peligrosidad.
“En la actualidad soy la cónsul de Derechos Humanos y la responsable de la oficina de atención al recluso. Trabajo directamente con la población privada de la libertad, porque para el establecimiento penitenciario, nuestro cliente principal misional es la persona condenada”, dijo Lilibeth, una mujer de 32 años que a diferencia de su lugar de trabajo, se mostró amable, cariñosa y con una sonrisa en la que el feminismo salía a flor de piel.
Manifestó que en la actualidad el INPEC está manejando una campaña denominada “El INPEC Unidos por los Derechos Humanos”, cuyo objetivo es humanizar la labor penitenciaria y garantizar los derechos de la población privada de la libertad, para los cuales se conformó un comité en el que participan presos de las nueve torres que conforman el establecimiento penitenciario.
Destacó la Distinguida, que su día a día transcurre entre estas personas, con ellos dialoga, camina y hasta planifica actividades. “Hay distancia, respeto y a la vez empatía en un mundo donde el delito ha sido la razón de ser, pero la esperanza el único camino a seguir”.
ENTRE LOS MÁS TEMIBLES
“Mi custodia, mi Distinguida…”, son algunas de las referencias que hacia ella hacen los reclusos, destacando entre ellos a Luis Alfredo Garavito, Rafael Uribe Noguera y hasta con el extinto “Popeye”, a quien lidió durante su estadía en el Pabellón de Atención Especial.
“No es fácil, pero tampoco imposible, ellos también son humanos y al saber que nosotras le estamos aportando ayuda entre tanta amargura, su actitud es de respeto y distancia. Mi trayecto a diario es entre rejas, candados, personas esposadas y duras realidades, pero la satisfacción es mayor y el reto es seguir adelante, demostrando que ser mujer no es una limitación, al contrario, es una ventaja”, afirmó Lilibeth quien además es esposa y madre de dos hijos.
Igual realidad la vive la Dragoneante Laura Pardo, una joven de 28 años estudiante de psicología, quien también forma parte del Cuerpo de Custodia y Vigilancia del INPEC desde hace dos años y medio. Inició su carrera en la Reclusión de Sincelejo, es natural de Bogotá y desde que llegó a Valledupar cumple funciones como Trabajadora Social de la penitenciaria.
Con su cabello perfectamente recogido, sus labios color rojo típico de la coquetería de la mujer, Laura manifestó que desde el momento que tiene contacto con los privados de libertad, se debe olvidar el delito cometido por esas personas, porque son seres humanos y no desechos de la sociedad.
“Mirarle la cara a personas como Garavito y Uribe Noguera no es fácil, a la mente se vienen muchas cosas, pero nuestra preparación es capaz de superar cualquier emoción. Cuando me encontré por primera vez con Uribe Noguera me llené de irá al recordar lo que le hizo a la niña en el caso que todos conocemos. Me impresioné, pero nunca perdí el norte porque nuestra misión es humanizar vidas, resocializarlos y olvidarnos del delito”.
No dudó en manifestar, que a pesar de llevar uñas largas, maquillaje y un uniforme ceñido al cuerpo, el deber es hacer cumplir el régimen interno en la penitenciaría, hablar con carácter y pararse firme ante la mirada de los más de mil internos que deben entender que el respeto es la principal arma para enfrentar su realidad.
Estas dos mujeres forman parte de 10 femeninas del Cuerpo de Custodia y Vigilancia del INPEC, que además está integrado por 198 hombres, distribuidos entre los pabellones, garitas, portales de acceso, sanidad y áreas administrativas.
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
El Día Internacional de la Mujer conmemora los avances en materia de igualdad de género y reivindica el mucho trabajo que todavía queda por hacer en este campo. Se celebra oficialmente el 8 de marzo desde 1975, y hay diversas teorías sobre por qué se eligió precisamente ese día. En particular, se mencionan dos acontecimientos como posibles precedentes para la instauración de esta fecha.
El primero es una huelga de trabajadoras textiles en Nueva York el 8 de marzo de 1857 que habría sido brutalmente reprimida por la policía. El segundo, también en Nueva York, fue la muerte de más de un centenar de trabajadoras en una fábrica textil en 1909 como consecuencia de la represión policial cuando exigían mejores condiciones laborales.
En cualquier caso, pronto se estableció un Día de la Mujer, gracias en parte al empuje de los movimientos socialistas. El Partido Socialista de EE. UU empezó en 1909 a conmemorarlo el último domingo de febrero. Un año después, en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague, la activista alemana Clara Zetkin propuso la creación de un Día Internacional de la Mujer, propuesta que recibió un apoyo mayoritario. Ya el año siguiente, cientos de miles de mujeres celebraron ese día en varios países de Europa como Alemania, Austria, Dinamarca, Países Bajos, Polonia o Suiza. Así, a principios de siglo el Día Internacional de la Mujer ya se había extendido a Europa y Estados Unidos.
La fecha saltó también a Rusia en 1913, aunque fue en 1917 cuando se hizo realmente importante: el 23 de febrero de ese mismo año, muchas mujeres encabezaron protestas contra la Primera Guerra Mundial, las hambrunas y la escasez. Esto también ayudó a cimentar la elección del 8 de marzo, puesto que en Rusia todavía se usaba el calendario juliano, y su 23 de febrero era en realidad el 8 de marzo según en el calendario gregoriano, presente en el resto de Europa y extendido hoy por todo el mundo.
La segunda ola feminista revitalizó esta fecha desde principios de los años 60, que recibió también el apoyo de las Naciones Unidas poco tiempo después. La ONU decidió que el Día Internacional de la Mujer se celebrara el 8 de marzo, y lo instauró oficialmente en 1975; dos años después, los Estados miembros aceptaron la celebración de un día de los derechos de las mujeres y la paz internacional.
La ONU ha decidido que el lema de este año sea “soy de la Generación Igualdad, por los derechos de las mujeres”. Este pretende hacer referencia al vigésimo quinto aniversario de la Conferencia de Beijing de 1995, que trazó una hoja de ruta para lograr la igualdad de género. Además, son muchas las iniciativas feministas globales que se han llevado a cabo recientemente: huelgas, manifestaciones y protestas se repitieron por todo el mundo en años recientes y que se han vuelto a convocar en 2020. Cuarenta y cinco años después de su establecimiento oficial, el 8M sigue reuniendo a millones de mujeres por todo el mundo en contra de la desigual distribución de los cuidados, la violencia de género o la brecha salarial, entre otras muchas dificultades.