Diario del Cesar
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¿Síntomas de fracaso con los cultivos ilícitos?

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El informe que acaba de revelar el Gobierno de los Estados Unidos señalando que 2019 cerró con 212 mil hectáreas de narcocultivos -cuatro mil más que en 2018- cayó como un baldado de agua fría en el Gobierno de  Colombia y sobre todo un sabor amargo para el gobierno Duque, que en enero sacaba pecho por haber erradicado 100 mil hectáreas el año pasado. ¿Qué ocurrió?

Según ese reporte, al término de dicho año existían en Colombia 208 mil hectáreas de sembradíos de hoja de coca, marihuana y amapola. Tanto para el presidente Iván Duque como para el entonces ministro de Defensa, Guillermo Botero, se trataba de un hecho significativo porque por primera vez en siete años se lograba frenar la tendencia alcista de la extensión de narcocultivos. Esto porque al cierre de 2017 la misma agencia norteamericana había reportado 209 mil hectáreas, la cifra más alta de la última década.

“Según una estimación de 2018 publicada por la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, el cultivo de coca y la producción de cocaína en Colombia siguen siendo altos, pero se está estabilizando. La estimación indica que el cultivo de coca experimentó una disminución menor en 2018  (quedando en) 208.000 hectáreas de 209.000 hectáreas en 2017. Del mismo modo, la producción potencial de cocaína pura también experimentó una disminución menor en 2018 (quedando en) 887 toneladas métricas puras de 900 toneladas en 2017. Aunque la coca en Colombia se mantuvo en niveles históricamente altos en 2018, fue el primer año en que el cultivo no aumentó desde 2012”, señaló el informe de la Casa Blanca.

Dos meses después, en agosto, se conocería el otro informe externo que mide los resultados de la erradicación de sembradíos ilegales en Colombia. Se trata del reporte del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc). Según este el área sembrada de cultivos de coca en el país pasó de 171.000 hectáreas en el 2017 a 169.000 en el 2018.

Para algunos voceros del Gobierno, el logro se debió al cambio de estrategia a partir de agosto de 2018, cuando Duque reemplazó en la Casa de Nariño al presidente Juan Manuel Santos, en el poder desde 2010.

Así las cosas, el año pasado, con el espaldarazo que significaron los informes de la Casa Blanca y Naciones Unidas –pese a tener una diferencia de casi 40 mil hectáreas-, el gobierno Duque se jugó a que 2019 sería la clave empezar a reversar de forma sustancial la extensión de narcocultivos en Colombia, sobre todo porque a lo largo de esos doce meses se estaría aplicando a plenitud su nueva hoja de ruta contra el narcotráfico.

Por todo lo anterior es que desde comienzos de este año existía mucha expectativa sobre los resultados antidroga de 2019, más aún después de que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, anunciara en la segunda semana de enero que el año pasado se superó la meta de erradicación, que inicialmente se había fijado en 80 mil pero, al final, se alcanzaron 100 mil hectáreas.

¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que si se erradicaron 100 mil hectáreas en 2019 el reporte de EE.UU muestre que la extensión se mantuvo casi inmodificable frente a 2018, incluso con cuatro mil hectáreas más? ¿Si se aplicará una lógica básica se podría concluir, entonces, que así como se destruyeron 100 mil hectáreas se sembraron 104 mil más? ¿Entonces el porcentaje de resiembra va más allá de 70 u 80 por ciento? ¿O es que migraron las zonas de cultivos ilícitos en una gran proporción hacia sectores en donde no ha llegado la erradicación? ¿Está fracasando la estrategia “Ruta Futura” del gobierno Duque? ¿Será que solo con el glifosato es posible reversar el aumento de los sembradíos ilícitos? ¿Cómo combatir con más efectividad la resiembra? ¿La opción será otra: intensificar la erradicación manual y concertada, que tiene menos porcentaje de reincidencia criminal, que la forzosa? ¿Tenía razón Santos: esta guerra se está perdiendo pese a todos los esfuerzos? ¿Qué impacto tendrá este boom narcotraficante en el ya creciente reciclaje de la violencia en Colombia?  ¿Cómo impactará este nuevo informe en las relaciones entre los gobiernos Duque y Trump, con este último en plena campaña electoral y presionado por el aumento de las muertes por sobredosis de drogas en los últimos años en EU? Esas y muchas otras preguntas están sobre la mesa y mientras no se respondan será difícil vislumbrar el rumbo de la política antidroga colombiana y sus posibilidades de éxito.