¿Cómo se percibe el riesgo?
Desde hace tiempo se sabe que muchas enfermedades están asociadas a acciones que los salubristas y epidemiólogos llaman comportamientos de riesgo. Por ejemplo, cuenta Pedro Martínez, médico, doctor en salud pública y antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia en el caso de las enfermedades infecciosas una acción de riesgo sería exponerse a aglomeraciones.
Sin embargo, cada persona revisa sus conductas con un filtro propio. Hay gente que valora más estar en espacios con mucha gente, un concierto por ejemplo, que el riesgo que puede haber allí de contagiarse de enfermedades infecciosas. Con el tiempo los investigadores se han dado cuenta de que la noción de riesgo es construida contextualmente a partir de una cantidad de elementos socioculturales que dependen de cada colectivo. Es decir, la percepción del riesgo frente a un acto cometido es variable.
De aquí que sea esencial que las personas sepan distinguir claramente el peligro de sus conductas y a partir de eso proceder. Eso tiene tanto de largo como de ancho porque “los humanos no somos del todo racionales en el sentido en que no tomamos decisiones sobre nuestras conductas a partir de la mejor información”, agrega Martínez.
Por eso, el trabajo que se hace en salud pública es explorar los incentivos asociados a las mejores conductas ante las infecciones, como al toser o estornudar, cubrirse la boca y la nariz con el codo flexionado o con un pañuelo, que debe ser desechado inmediatamente (ver infografía).
Y por supuesto educar y comunicar al público sobre lo que sucede. En una circunstancia como esta nueva epidemia su tarea como individuo es mantenerse alejado de infecciones a través de métodos de barrera como un tapabocas. Esto último si está enfermo o si se va a exponer a grandes grupos de personas.
Por su parte, la responsabilidad del gobierno es generar escenarios propicios para que la gente se lave las manos, que es algo tan básico, pero poco se hace.
VIRUS NO SON LO MISMO QUE LAS BACTERIAS
Un gran descubrimiento del siglo pasado fue entender que hay diferentes tipos de microorganismos, aunque aún muchos crean que son lo mismo. Parásitos, virus, bacterias y hongos son diferentes.
En 1989 el microbiólogo holandés Martinus Beijerinck se preguntó si algo más pequeño que una bacteria sería la responsable de las infecciones que sufrían plantaciones de tabaco. Luego de algunos intentos fallidos de otros colegas, Beijerinck describió lo que llamó un “líquido vivo contagioso”. Supo que se replicaba a sí mismo y podría propagar enfermedades. Era algo diferente a lo conocido por los biólogos. Este fue el inicio del entendimiento de este micromundo.
Diferenciarlos es fundamental porque allí radican varios problemas grandes que se tienen actualmente como que algunos médicos recetan antibióticos, o los usuarios se los automedican, para virus cuando no se requieren. Los antibióticos combaten las bacterias, a veces incluso a las buenas, las que ayudan a la digestión. En cambio, no le hacen nada a los virus.