En marzo comienza programa para tratar el mal del Chagas
POR:
NINOSKA
REYES URDANETA
El mal de Chagas es una enfermedad infecciosa emergente en poblaciones indígenas, por lo cual a través de un convenio firmado con varias instituciones académicas y de salud de Alemania y del departamento del Cesar, el próximo mes arranca el Programa de Investigación Colombo-Alemán en las comunidades Wiwa y Kogui en la Sierra Nevada de Santa Marta, cuyo objetivo es llegar a unas 600 personas para prevenir y diagnosticar el mal. En el último tamizaje, se determinó que por cada 100 habitantes, 30 estarían afectados con la enfermedad.
Por tal motivo, en Valledupar se llevó a cabo una mesa de trabajo liderada por la Secretaría de Salud Departamental, junto con la coordinación del Laboratorio de Salud Pública, ETV y Zoonosis y la líder del proyecto, Simone Kann, del Instituto Misión Médica de Wüzburg, Alemania.
En el encuentro quedaron definidas las primeras estrategias para el inicio de las acciones del convenio en el territorio indígena Wiwa y Kogui, comunidades que serán beneficiadas a partir de marzo con la toma de muestras para identificar a los pacientes que recibirán tratamiento, así como una atención integral con alimentación, educación e información en salud, y jornadas de identificación.
El Proyecto Chagas con Alemania es una iniciativa que nace de la organización indígena wiwa hace 4 años, a través del cual se quiere establecer la prevalencia y la afectación general de la población vulnerable a la enfermedad. Tuvo el apoyo de la fundación alemana ElseKröner-Fresenius que se encarga de la investigación de diversas enfermedades tropicales en países del África y Latinoamérica.
En el convenio participan varias instituciones y entidades, como el Instituto Misión Médica de Würzburg; el Instituto Bernhard-Nocht de Medicina Tropical, y la Universidad Julius-Maximilians en Würzburg; la Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona (OWYBT); la Secretaría de Salud Municipal de Valledupar, la Universidad del Área Andina y Dusakawi EPS.
Simone Kann, médico y directora del proyecto, explicó que el norte del trabajo es educar a la población vulnerable a la enfermedad para que se tenga noción de cómo prevenirla y atenderla en caso de resultar infectado.
Reiteró que es una iniciativa avalada por una empresa alemana que financia proyectos humanitarios y científicos. Desde el 2018 se viene desarrollando el proyecto y por haber dado tan buenos resultados, se extenderá la cobertura para este año.
Esta vez se incluirán los koguis y campesinos no indígenas del Cesar y La Guajira, por ser personas que también están expuestas a la enfermedad por las actividades que desempeñan.
600 BENEFICIARIOS
Hernán Baquero, secretario de Salud Departamental, indicó que el objetivo es prevenir y hacer tratamiento oportuno de la enfermedad de Chagas en el departamento del Cesar, considerando que es un mal que viene impartiendo desde hace mucho tiempo, complicaciones en la fase aguda y crónica. Es transmitida por un protozoario que causa una afectación inflamatoria que pueden tener impactos cardiovasculares, incidiendo en la mortalidad.
Afirmó que hoy existe un estudio previo que está indicando que en la Sierra Nevada de Santa Marta hay una incidencia alta deChagas, y en conjunto con este convenio se les podrá llegar con facilidad para darle tratamiento a esta comunidad indígena, entre las cuales se estiman beneficiar unos 600 pobladores durante los dos años y medio que dura el proyecto.
Asimismo, se identifican otros problemas que están impactando en la comunidad Wiwa y Kogui, que es la alta incidencia de parasitosis intestinal en humanos y animales, los cuales se pueden identificar, caracterizar y tratar.
Así como también la mala calidad del agua que consumen, para lo cual se estima llevar una solución y poder mejorar esos componentes de salud pública que los afecta.
30 INFECTADOS ENTRE 100 HABITANTES
Gustavo Concha, coordinador médico del Proyecto Chagas con Alemania, indicó que es un convenio de cooperación entre varias instituciones, cuya estrategia se basará en un plan piloto aplicado entre el 2017-2019. Además del aporte científico, está la intervención humanitaria para incluir mayor cantidad de personas tamizadas en las comunidades con más necesidades.
Detalló que durante el último tamizaje realizado en cuatro pueblos Wiwa de la Sierra Nevada de Santa Marta, se determinó que entre el 25% y 30% de la población estaría afectada, lo que quiere decir que de cada 100 habitantes, treinta padecen la enfermedad.
El proyecto, que desde el 1 de marzo estará en marcha, busca hacer seguimiento a los más de cien pacientes que fueron diagnosticados en el 2017, para verificar la incidencia de la enfermedad y prestarle el mayor apoyo posible con ayuda científica internacional.
Resaltó que tener 30 infectados entre 100 habitantes, es una incidencia alta, considerando que la enfermedad desarrolla afectaciones cardíacas que llevan a la muerte. El paciente con Chagas tiene cura con el tratamiento, pero no se blinda para una nueva infección.
Por otra parte, el coordinador del proyecto manifestó que la meta es hacer un perfil epidemiológico real de la población indígena, pero además hacer especial énfasis en el área educativa como uno de los pilares de acción de esta iniciativa colombo-alemana.
La idea es concientizar a los pueblos indígenas sobre la prevención de la enfermedad, ya que de allí parte la gran posibilidad de combatirla, que aunado a la vigilancia y ayuda científica, dará muy buenos resultados.
Explicó Concha que la toma de muestras también abarca la materia fecal, porque se ha detectado un alto grado de parasitosis intestinal en la zona indígena. “Se hará un estudio especializado de diagnóstico molecular de los patógenos más frecuentes en las comunidades intervenidas.
ENFERMEDAD PARASITARIA
El mal de Chagas es una enfermedad parasitaria tropical, generalmente crónica, y es causada por un parásito intracelular con un ciclo de vida que involucra a vertebrados e invertebrados, que viven en ambientes húmedos o directamente en medios acuáticos, ya sean de aguas saladas o aguas dulces.
Entre las formas de contagio, se encuentra la vectorial, es decir, a través de las heces fecales del insecto que en algunos países se conoce como vinchuca y en otros como chinche, chipo, pito, barbeiro o chichaguazu.
Cuando el insecto pica a una persona para alimentarse con su sangre, defeca muy cerca de la picadura. En las heces que deposita sobre la piel se encuentra el parásito, que pasa a la sangre cuando la persona se rasca. Esta forma de transmisión se conoce como transmisión vectorial. En ocasiones las heces pueden pasar a través de las mucosas, si se han depositado cerca de las mismas.
Otra es de manera congénita, es decir, de madre a hijo durante el embarazo; y por transfusiones de sanguíneas o trasplantes de órganos. También por vía oral y a través de accidentes de laboratorio.
La enfermedad tiene dos fases: la aguda y la cónica. La primera puede presentarse sin síntomas o con fiebre, malestar general, hinchazón de un ojo (si la picadura está cerca de este) y el área de la picadura puede presentar hinchazón o enrojecimiento.
De no tratarse a tiempo, la enfermedad entraría a remisión; es posible que no se presenten más síntomas durante muchos años y finalmente cuando lo hacen incluyen: estreñimiento, problemas digestivos, insuficiencia cardiaca, dolor abdominal, taquicardia y dificultades para tragar.
Hasta el segundo semestres del 2019, en el Cesar se notificaron seis casos, de los cuales cuatro fueron crónicos. Una fémina de 30 años y un hombre de 47, procedentes del municipio de La Paz; mientras que en Valledupar se le detectó la enfermedad a un hombre de 61 años y en Astrea a un joven de 20 años. Los cuatro casos fueron reportados entre las semanas epidemiológicas 14, 15, 17 y 19.
Hay que destacar que en la semana 6 de ese año, se presentó un brote agudo de probable transmisión por contaminación vía oral, en el que estuvieron involucrados dos personas de 15 y 18 años de edad, este último falleció y ambos son procedentes de La Paz.
Esto quiere decir que el 50% se reportó en La Paz, 33,3% en Valledupar y 16,7 por ciento en Astrea. En comparación al año anterior, cuando se registraron 139 casos, la enfermedad ha tenido baja prevalencia aunque las políticas de salud requieran mayor refuerzo.