El reciente brote de fiebre amarilla en Colombia ha encendido las alarmas entre las autoridades sanitarias y los expertos en salud pública. El médico infectólogo Carlos Arturo Álvarez, PhD en Ciencias Biológicas y coordinador de estudios de COVID-19 para la OMS en Colombia, explicó los riesgos que implica la propagación de esta enfermedad y la importancia de retomar con urgencia la vacunación preventiva.
La fiebre amarilla no es una enfermedad nueva. Ha estado presente en Colombia desde la época de la conquista”, recordó el doctor Álvarez, quien hizo un repaso histórico señalando incluso que esta enfermedad fue un factor clave para que los ingleses abandonaran el asedio a Cartagena en el siglo XVII. Sin embargo, el experto advirtió que la situación actual tiene elementos novedosos que ameritan atención.
Hasta 1929 se registró el último brote urbano de fiebre amarilla en el país. Desde entonces, el virus ha permanecido circulando en lo que se conoce como “ciclo selvático”, que incluye zonas boscosas tropicales como el Chocó, la Sierra Nevada, el Caquetá y, recientemente, regiones del Tolima y el Huila. “Lo nuevo desde 2024 es que se han identificado casos en regiones que, aunque siguen siendo rurales, están más cerca de centros urbanos”, alertó.
Uno de los mayores riesgos, según Álvarez, es que el mosquito que transmite el virus en zonas urbanas es el mismo que propaga el dengue, el zika y el chikunguña: el Aedes aegypti. Si la fiebre amarilla pasa del ciclo selvático al urbano, el país podría enfrentar un brote mucho más difícil de contener. “En este momento no hay evidencia de circulación urbana, pero sí hay posibilidad de que esto ocurra, y por eso debemos actuar ya”, subrayó.
Infectólogo aclaró mitos sobre la vacunación para la fiebre amarilla
El experto hizo énfasis en la vacunación como herramienta clave para evitar una crisis sanitaria mayor. “La vacuna contra la fiebre amarilla es extremadamente buena. Solo se necesita una dosis y protege de por vida. Pero en Colombia solo se vacuna masivamente desde 2002, por lo tanto, muchas personas mayores de 20 años no están protegidas”, explicó.
Álvarez señaló que no todas las infecciones por fiebre amarilla son graves, pero los casos severos pueden alcanzar una letalidad de hasta el 40 %. “Eso no significa que cuatro de cada diez personas mueran, sino que entre quienes desarrollan formas graves, ese es el riesgo. También hay casos leves que pasan desapercibidos, lo cual es preocupante porque esas personas pueden transmitir el virus sin saberlo”, añadió.
Ante la posibilidad de expansión hacia zonas urbanas, el médico propuso establecer centros de vacunación en ciudades de tránsito como Villavicencio, que sirven de conexión con zonas rurales afectadas. “Quienes viajan a regiones de riesgo deben vacunarse antes de salir. Si el mosquito llega a zonas periurbanas, el riesgo de propagación aumenta”, advirtió.
También hizo un llamado a evitar la vacunación sin control médico en personas inmunosuprimidas o con condiciones clínicas particulares, como pacientes con VIH, lupus o artritis reumatoide: “Esta es una vacuna viva atenuada. Puede tener efectos secundarios serios en estas personas, por eso necesitan una valoración médica previa”, sugirió.
Sobre la posibilidad de declarar una emergencia económica, Álvarez fue prudente: “No soy experto en temas económicos, pero creo que lo más urgente es organizar y concentrar la vacunación en los municipios donde hay brote y en los aledaños. No se trata solo de comprar vacunas, sino de aplicarlas estratégicamente”.
Finalmente, recordó que quienes ya han recibido la vacuna no necesitan una dosis adicional. “Antes se decía que había que repetirla cada 10 o 20 años. Hoy sabemos que una sola dosis es suficiente y su efecto es de por vida. Lo importante es que quede registrada en el sistema nacional y se expida el carné”, concluyó.
/LaFM