Diario del Cesar
Defiende la región

Un primer paso

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Para quienes hemos insistido en la necesidad de la unidad entre los sectores políticos que se oponen al gobierno destructor de Gustavo Petro, resultaría incoherente no acoger con moderado optimismo el reciente encuentro celebrado en la residencia del expresidente César Gaviria. Este acercamiento, protagonizado por dirigentes de distintos partidos, refleja al menos la intención de construir una coalición que enfrente en 2026 a la izquierda radical empeñada en perpetuarse en el poder.

Es cierto que muchos de los asistentes no han sido precisamente ejemplo de oposición, pues han respaldado -en mayor o menor medida- las iniciativas ‘progresistas’ impulsadas en el Congreso. Sin embargo, en política, como en la vida, es preferible una rectificación tardía a la obstinación en el error. Dicho esto, el optimismo debe ir acompañado de prudencia. El liderazgo de Gaviria en esta iniciativa genera fundadas reservas: aunque su discurso ha sido, en ocasiones, severo contra el Gobierno, su partido ha mostrado una doble faz. Mientras sus representantes en la Cámara de Representantes se han plegado a la chequera oficial, en el Senado la postura ha sido más crítica, aunque no unánime.

El Partido Conservador, representado en la reunión por su presidenta, la senadora Nadia Blel, y por el presidente del Congreso, Efraín Cepeda, ha oscilado entre la complacencia y la oposición frente a los desatinos del Ejecutivo. No obstante, cabe destacar su papel decisivo en el archivo de las nefastas reformas en la Comisión VII del Senado, lo cual sugiere una inclinación genuina hacia una coalición de centro-derecha en las próximas elecciones.

Menos creíble resulta el compromiso del Partido de La U, cuyo copresidente, Alex Vega, también acudió al encuentro. Su colectividad ha sido, en los hechos, un aliado incondicional del petrismo, con representación en ministerios y otras entidades. Por su parte, el Nuevo Liberalismo, representado por Juan Manuel Galán, ha mantenido una postura firme frente al Gobierno, lo que le otorga mayor legitimidad dentro de este incipiente esfuerzo de unidad.

En cualquier caso, más allá de las naturales reservas que genera esta heterogénea convergencia, lo sucedido constituye un primer paso en la dirección correcta. Si realmente se pretende impedir que Petro concrete su propósito de eternizarse en el poder, socavando las instituciones, el tejido social y la estabilidad del país, es indispensable que este esfuerzo se traduzca en acciones concretas y fórmulas claras que generen confianza.

Igualmente urgente es detener la hemorragia de candidaturas presidenciales que emergen casi a diario. Si quienes se consideran con posibilidades -por remotas que sean- no comprenden que sin una gran alianza le estarán tendiendo un tapete dorado a Petro para que continúe con la demolición institucional, estarán incurriendo en un error histórico.

Porque, tradicionalmente, los presidentes han procurado contener el arranque anticipado de las campañas políticas para preservar la gobernabilidad. Pero Petro, incapaz de construir una, ha preferido anticipar la contienda con el único propósito de aferrarse al poder.

Frente a esa realidad, urge multiplicar esfuerzos y promover encuentros como el de la residencia de Gaviria, con el fin de enviar a los colombianos un mensaje de esperanza y propósito común. Existen mecanismos democráticos -como las consultas populares- que permiten definir candidaturas sin fisuras ni fracturas. Lo que falta no son herramientas, sino voluntad política. Luego, si bien este ha sido apenas un primer paso, el tiempo apremia. Y no hay margen ni espacio para la anarquía.

*Expresidente del Congreso