Diario del Cesar
Defiende la región

Trump y Petro se parecen

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Aunque a primera vista puede pensarse que son como el agua y el aceite, resulta que cuando se mira con cuidado la personalidad de Trump resulta muy parecida a la de Petro.

Miremos algunas semejanzas que tienen.

Acaso la primera -y la más chocante- es el desprecio de ambos por el Estado de Derecho, por las instituciones, por los jueces, por todas aquellas barreras que pueden constituir un obstáculo democrático frente a sus caprichos.

Ya Trump y su cuadrilla- encabezada por Musk- está empezando a chocar con las instancias judiciales; todos los días es más frecuente leer que los jueces o los tribunales suspenden, anulan o aplazan las decisiones febriles que va despachando el inquilino de la Casa Blanca. Lo mismo sucede con Petro: ya se volvió paisaje leer sus trinos calenturientos contra los jueces, contra las cortes, contra todo aquel que individual o colectivamente se atreva a contradecirlo. Y su cuadrilla -encabezada por Bolívar- no duda en invitar a que se hagan cercos y asonadas contra cualquier corte que se apreste a tomar una decisión importante que la Casa de Nariño sospeche que vaya a salir contraria a sus caprichos.

Otra característica común es la desenvoltura con la que agravian a sus contradictores. Trump no baja a su antecesor Biden de corrupto y bandido. Y Petro utiliza un lenguaje degradado similar para con quienes lo antecedieron en el palacio de los presidentes de Colombia.

También se asemejan Petro y Trump en la manera “sobradita” como dogmatizan sobre lo divino y lo humano. Parece que siempre hablan -o al menos dan esa sensación- excátedra, ya sean cosas profundas o estupideces como sucede a menudo.

Petro, con su infaltable lápiz que más parece una batuta para dirigir el coro de sus aduladores; y el de los Estados Unidos arrellanado en el salón oval firmando las famosas órdenes ejecutivas con las que pretende dirigir los EE.UU. y el mundo entero.

Ambos desprecian al resto de los jefes de Estado con los que se reúnen, y solo parecen tener palabras amigables con quienes creen que van a secundar sus caprichos o terquedades: Trump con Putin y Petro con Maduro.

Ambos traslucen un ego monumental que se les va derrumbando estrepitosamente a medida que pasa el tiempo. El deshielo del ego de Trump está comenzando; el de Petro ya está derretido a su mínima expresión cuando empieza a tener el sol a la espalda.

Ambos son tercos -hay que reconocerlo- hasta niveles delirantes. Creen que la terquedad -así no sea para persistir en buenas causas- es una virtud del buen gobernante. Cuando sucede precisamente lo contrario. La terquedad, o sea la incapacidad total para escuchar al otro, se convierte en una piedra de molino al cuello para el buen gobierno.

Ambos creen poseer la verdad absoluta sobre todo tema que tratan y la manía de utilizar el insulto como arma argumentativa, lo que muestra es una inmensa ignorancia que los obliga a vivir en una constante corrección de las cosas practicas cuando la fuerza de los hechos -no ellos- les impone una rectificación.

Petro que no tiene, ni nunca ha tenido, más el 25% de los votos parlamentarios considera que el otro 75% está en la obligación ética y política de plegarse a todos sus caprichos. Trump, así sea el presidente de la nación más rica del mundo, considera que el resto del planeta le debe pleitesía y obediencia ciega. Y que tiene títulos para humillar al resto de la comunidad internacional.

Uno y otro van a terminar mal. Petro ya está concluyendo un periplo de anuncios que no se han concretado en nada y de insultos que han degradado como nunca la vida política colombiana. Trump va comenzando su segundo mandato: tampoco parece que vaya a terminar bien.

*Exministro de Estado