Resistido estoy a dar o creer como ciertas, las múltiples demandas que los samarios vienen expresando en privado y en muchos escenarios de reunión de la ciudad respecto del hacer y quehacer administrativo público de nuestro Alcalde a un año de haber asumido su mandato como Burgomaestre, no obstante encontrarse en su decir, poniendo orden en casa, desfaciendo entuertos, venir haciendo oficiales anuncios respecto de una serie de obras y avances de distinto orden que se vendrían para el Distrito de cara a sus 500 años, así como ser calificado en una encuesta reciente como uno de los mejores alcaldes del país.
Reclama abiertamente la ciudadanía samaria que no debe ser más la nuestra una ciudad con bajos índices de desempleo, como tampoco mostrar tanto atraso y rezago, sino tener como conductor de su mejor destino un líder cierto, transformador, competente, comunicativo y verdaderamente activo. Reclamos estos entre otros muchos, de los que he sido escucha y lector por comentarios que me han sido allegados por distintos canales comunicacionales, referidos a la existencia de un inconformismo generalizado manifestados en un cuándo será que sus acciones empiecen a decir mucho más que el tiempo que lleva en el cargo, al igual que le apura establecer un verdadero mandato fundamentado en ejercicios administrativos que apunten a un estilo de gobierno de enfoque sobrio, directo, prometedor, refrescante, eficaz, eficiente y definitivamente efectivo.
Que lo notan amarrado a muchos intereses de distinta índole contraídos en campaña. Que su administración no evoluciona. Que la ciudad no avanza. Que ha incumplido todas sus promesas y propuestas de campaña, Programa de Gobierno y Plan de Desarrollo. Que el ningún avance de la ciudad le está dando la razón a Fuerza Ciudadana, facción política que sostiene y proclama a los cuatro vientos lo pésimo de su gestión. Que no está bien rodeado, a juzgar por una serie de colaboradores que parecieran estar pensando y trabajando más en ellos, en su imagen, que en el gobierno y en la ciudadanía, calculando tal vez su participación en futuras justas electivas. Que todo el gabinete junto es poco lo que suma y jocosamente refieren que todos juntos no suman un bachiller completo. Que requieren real y verdaderamente él y la ciudad de un equipo de gobierno de primera condición en todos los sentidos. Que sus parientes políticos, rémoras en su administración, poco o nada han aportado ayer ni hoy a nuestras unidades territoriales a lo largo de su ejercicio político y solo los mueve el voraz afán de siempre por derivar jugosos dividendos pelechando del poder que ostenta uno de los suyos. Que está agrandado, no escucha, no se ha hecho sentir, no despega en lo sustancial, no tiene nada realmente positivo que mostrar, ni lograda ninguna victoria temprana ni significativa. Que hay mucha duda respecto de su capacidad para lo administrativo público no obstante su tránsito eterno por el Concejo Distrital.
Que, así las cosas, pasará a la historia como uno más de los peores, debiendo, por tanto, insisten, darse a la tarea de ajustar su gabinete y conformar uno que real y honestamente quiera trabajar por la ciudad y sus gentes. Que está enterrando más a la ciudad. Qué, su visión es minúscula, no tiene horizonte ni piensa en porvenir. Que evite las polémicas insustanciales, lo que además de reflejar madurez política, le permitirá centrar la atención en los asuntos más importantes y urgentes. Que muestre, si la tiene, habilidad para mantenerse en el foco de las demandas poblacionales, realidades, necesidades, urgencias y prioridades municipales mayormente importantes y significativas. Que seguimos en los vicios politiqueros de siempre y vive más pendiente de los compromisos adquiridos, que en administrar, gestionar y gerenciar. Que no está bien que se distraiga y menos se ocupe por las controversias mediáticas puestas a la orden del día o por disputas políticas innecesarias que a nada positivo conducen.
Que su norte debe ser pragmático cual que más, lo que es algo sumamente necesario para la ciudad, a efecto de hacer posible los cambios y las transformaciones positivas que requerimos. Que debe actuar sin apresuramientos, imprevisiones ni improvisaciones como dicen lo está haciendo, pero sí con la rapidez, agilidad y eficacia con que deben resolverse lo apremiante. Que debe mostrar y demostrar su genuina como auténtica preocupación por el bienestar de la gente, especialmente aquella golpeada por la vulnerabilidad. Que debe entender y comprender que la capacidad de una rápida y efectiva reacción frente a los problemas que nos agobian es a todas luces fundamental, puesto que ello construye confianza entre la población y pondría de presente un gobierno que está atento y preparado para enfrentar cualquier desafío que pueda surgir y de hecho constantemente brotan.
*Abogado