Diario del Cesar
Defiende la región

Abel Suárez, un guacharaquero al que Diomedes nunca agradeció

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Hace más de 50 años que un muchacho de enjuto físico  dejó la tierra de las corralejas para enrolarse en las filas del folclor vallenato, donde llegó a demostrar su versatilidad en la ejecución de la guacharaca, uno de los instrumentos base del folclor.

Ese inédito joven de nombre Abel Suárez Pérez que apenas llegaba a los 22 años no llegó por casualidad de su natal Sincelejo, vino acompañado del prestigioso acordeonero Julio De la Ossa cuyo pulso al digitar ya era conocido en Valledupar.

Uno de los más versátiles parranderos de esta región, ‘El Turco’ Pavajeau, le ofreció a Julio su apoyo para que se viniera a esta tierra a ‘jalar’ acordeón y a empaparse de la buena bohemia criolla de esta zona.  Vino por unos días y se quedó por siempre, y con él se quedó Abel Suárez.

Después de un largo tiempo ejecutando la guacharaca con Julio, se vinculó con Colacho Mendoza, de este pasó se cristalizaron otras propuestas con Miguel López, Alfredo Gutiérrez, Diomedes Díaz Maestre, Jorge Oñate, y los Hermanos Zuleta entre otros.

 

CAPÍTULO APARTE

 

Pero de todos estos pasos, el itinerario con Diomedes Díaz, ‘El Cacique’ de La Junta, merece un capítulo aparte, porque Abel Suárez dice ser protagonista del surgimiento de esta estrella, quien después terminó aborreciéndolo por haberlo demandado por efectos laborales.

“Del comienzo de Diomedes yo hice parte, recuerdo que en una ocasión amenizábamos un parranda en una finca cerca a Badillo con Julio De La Ossa, cuando se me presentó ese muchacho para que le diéramos un chancecito, me dijo que era cantante, y que quería cantar ‘La Margentina’, después de convencer a Julio que no quería, Diomedes comenzó a cantar, pero no lo hizo bien, tal vez por el nerviosismo, lo que me valió la recriminación de Julio De la Ossa”.

Este fue el punto de partida entre Abel y Diomedes, quien pese al episodio siguió frecuentando al guacharaquero quien lo metía a las parrandas, muchas veces contra la voluntad de los dueños de los conjuntos.

En ese trasegar se lo recomendó a Miguel López, quien hacía pareja con Fredy Peralta: “Yo se lo recomendaba porque, cuando se le daba la última tanda al ‘Cacique’, yo me daba cuenta que la gente se entusiasmaba más y llenaban la pista y los que estaban afuera entraban, pero ‘Migue’ nunca me paró bolas y me decía que él no podía arriesgar el prestigio que había dejado Jorge Oñate, con un muchacho sin experiencia”, asegura Suárez.

Cuenta Abel Suárez que, se convirtió en el ángel protector de Diomedes a quien metía a escondidas al bus e incluso tenía que compartir la comida con él, en ese trance resolvió sugerirle la grabación con ‘El Debe’ López, lo que consiguió unos meses después de que Diomedes grabará con Náfer Durán en el sello Codiscos su primer disco.

Dentro de esa amistad hubo una temporada en la que anduvieron juntos con el acordeón de José del Carmen Mendoza, ‘Carmencito’ convirtiéndose en su primer ‘manager’ pues aparte de que tocaba la guacharaca conseguía los bailes, lo que generalmente les pagaban con animales, cerdos, vacas, gallinas, las que posteriormente vendían y partían luego el dinero.

Después del impacto de la canción ‘Tres Canciones’ (La Ventana Marroncita) se despegó la fama de Díaz Maestre quien posteriormente en agradecimiento con Abel Suárez lo vinculó al conjunto en cuyo entorno se turnaba los toques con Adán Montero, periplo en el que duró más de 10 años.

 

LA DEMANDA

 

Pese a todo ese trasegar y ayudas que le brindó al ‘Cacique’ en sus comienzos, terminaron enemistados porque fue sacado de la agrupación y no le reconocieron sus prestaciones, lo que motivó a Suárez a demandarlo ante el Ministerio de Trabajo.

“Yo no quería hacerlo, pero me dio rabia porque yo lo que le había pedido eran 400 mil pesos para pagar una deuda de la casa que me la iban a quitar, pero nunca me dio nada, siempre me ponía citas y no cumplía.  Lo que más me dolió fue que dijo que ni si su mamá se le moría iba a una cita que tenía para conciliar, fue entonces cuando resolví demandar, pero cuando iba a meter el edicto, fui amenazado por desconocidos que me dijeron que retirara la demanda y que si no lo hacía me moría, al final no recibí ni un solo peso”, comentó lleno de nostalgia Abel Suárez Pérez.

Toda esta historia casi nadie la conoce dice Abel Suárez, y ve cómo otras personas se han atribuido el surgimiento del hijo de Carrizal, especialmente en el libreto de la novela que le hicieron, donde salieron a darse golpes en el pecho, personas que ni siquiera conocieron estos comienzos del ídolo, y que a él ni lo convocaron, tal como ya tampoco lo buscan para tocar “Porque ya uno viejo no luce” concluyó.