Cincuenta años de tradición gallística recorriendo las vallas más reconocidas de Colombia, le dan autoridad a Carlos Alfonso Castro Pumarejo para hablar de un tema cultural a punta de pico y espuela.
Confundida entre lomas y sabanas patillaleras, una granja de ocho hectáreas sirve de albergue para 200 animales entre pollos, gallinas y gallos de entrenamiento. Entre cuatro y cinco de la mañana el ‘cacaraqueo’ y el canto de los gallos son más intensos; son sonidos onomatopéyicos que le dan la bienvenida a un nuevo día de verano.
Allí está la cuerda Calicastro, una de las más reconocidas en el norte del Cesar, con más de 50 años de historia, en medio de un entorno que se convirtió en legado para algunos y afición para otros.
El hombre de estirpe campesina conoce a fondo las bondades de una afición de la que asegura “ha ganado muchos amigos”. “He recorrido las mejores galleras de Colombia y me han dejado muchas amistades. No soy gallero de apostar cantidades de dineros, por ahí a veces me arriesgo en 300.000 o 400.000 pesos, mi afición es hacer mezclas interesantes con los gallos, lo mío es la genética y soy criador de gallos, pero también un pretexto para hacer muchos amigos”, reconoció el hombre de 64 años.
GALLEROS DE TRADICIÓN
Es un libro abierto para hablar de una tradición que perforó los estratos más altos, incluso hace parte de la programación festivalera en la capital del Cesar. “La primera gallera que funcionó en Valledupar quedaba en la carrera 11 con 16A, luego se pasó para la carrera novena donde vivía Miguel Yaneth, uno de los grandes precursores de los gallos de la región. Recuerdo mucho la cuerda Balsamera de Chema Castro Palmera; Campo Alegre de Calixto Daza, las de Celso Checho Castro y Darío Pavajeau y una serie de personajes que tenían mucha afición por este tipo de riñas”, dijo Carlos Alfonso Castro Pumarejo.
La experiencia a lo largo de su trajinar por las vallas sangrientas, irrumpidas por espuelazos mortales, lo convierten en un ícono de las cuerdas gallísticas y un conocedor del tema. “Un gallo de combate debe definir rápido, muchos son emotivos y por momentos pierden el norte, deben ser combativos y asesinos. Requieren de una buena alimentación balanceada a base de concentrados mezclados con alverjas, lentejas, avena entera, alpiste, soya y trigo. Es bueno disolverlos con guayaba, remolacha o zanahoria. Por las tardes es recomendable el maíz entero”, puntualizó.
En la baraja de galleros destacados de la región aparece Elbert Araújo, un pacífico que toda la vida estuvo inmerso en esta actividad y su herencia sigue intacta entre sus hijos.
Adalberto Cotes es uno de los galleros que representan una generación media de esta actividad. Conoce a fondo las bondades de un oficio, por eso tiene potestad cuando de gallos de pelea se trata. “Tengo 30 gallos en sociedad con Tico Aroca; yo enrazo, crío y cuido para las riñas. Un gallo bueno está constando alrededor de 700.000 y 1.000.000 de pesos, hay otros de 250.000. Hay chinos, blancos, giros, canagüey, jabao, flor de caña, pinto, ceniza, entre muchos. El buen gallero es sinónimo de honestidad y rectitud”, dijo.
Muchas situaciones rodean una riña de gallo; un lenguaje inédito y subjetivo se escucha en la valla como queriendo amortiguar las emociones de una victoria o derrota. “Hay términos únicos como gallo caído, gallo abierto, sentencia, tiro de corazón, tiro de pulmón tiro de zancajo, tiro morcillera y pasadera. Ese es un lenguaje coloquial que envuelven el entorno gallístico, si alguien no los conoce, jamás entenderá lo que ocurre en una riña de gallos”, explicó Adalberto Cotes.
REGULACIÓN EN EL CONGRESO
El Senador cesarense Didier Lobo radicó un Proyecto de Ley por el cual se buscará reglamentar la actividad gallística en Colombia. Durante la presentación de la iniciativa, el congresista dijo que el objetivo es crear una normatividad y regulación adecuada con los cambios jurídicos, sociales y culturales que proponen en la protección de los animales y la conservación de la cultura y tradición de los gallos finos de combate, teniendo como énfasis el cuidado del animal en su práctica deportiva y cultural.
Para el senador Lobo, con ese proyecto se daría cumplimiento al llamado que le hizo la Corte Constitucional al Congreso, en el año 2010, para que reglamente esta actividad. ”No hay quien lo regule. No sabemos cuántos eventos se hacen, ni de qué manera se hacen. Anteriormente se hacían tradicionalmente en una gallera clandestina para las personas que les gustaba apostar al gallo, bebían y apostaban y terminaban en los desórdenes que todos sabemos. Hoy lo que se busca es que haya una regulación para tener elementos de juicio. Además, la Corte lo ha dicho que se requiere que exista una regulación para que pueda seguir existiendo esta práctica cultural y tradicional como lo es las peleas de gallo”, indicó el Senador.
“NO ES LEGAL NI ILEGAL”
Hay un vacío legal en lo pertinente a esta práctica con gallos, razón por la que no hay registros oficiales ni protocolos administrativos. De allí que las autoridades no puedan actuar sobre estas a favor ni en contra. “Hoy cuando vienen las instituciones, la Policía, no tienen herramientas propias para poder hacer un seguimiento si efectivamente se está haciendo un maltrato animal o no, porque hoy ni es legal, porque no está enmarcado en un proyecto de ley como lo ha querido la Corte, pero tampoco es ilegal, porque no existen los parámetros claros frente a este tema”, aseguró Lobo.
Sobre el desarrollo de los combates, estos tendrían una duración máxima de ocho minutos y habrá jueces en la arena con poder de decisión inmediata sobre la pelea. “Yo siempre he dicho que lo que esté en la ilegalidad es lo que permite que sea más nefasto para el país. Lo que se pueda regular, lo que se pueda controlar permite que el Estado al final de un tiempo pueda tomar una determinación, pero con elementos de juicio; si verdaderamente no debe existir las peleas de gallo en Colombia o si de manera regulada es viable”, añadió el autor de la iniciativa.
Para Yovany Orozco, representante de las asociaciones de galleros, y quien acompañó al legislador Lobo en la radicación del proyecto, la iniciativa es fundamental para que esta práctica con gallos continúe vigente.
CORTE LES DIO ‘ESPALDARAZO’
Sin embargo, las peleas de gallos, al igual que las corridas de toros, hacen parte del arraigo cultural en Colombia, por lo que no puede calificarse como un acto de maltrato animal, según la decisión que dejó en firme la Corte Constitucional, en el amparo de la sentencia C-666 de 2010.
A pesar de que la Corte había reiterado que el maltrato animal era una práctica prohibida, tuvo en consideración ciertos comportamientos que no pueden catalogarse como una afectación al animal sino como una tendencia cultural que debe respetarse y cumplirla al pie de la letra en las regiones en donde las riñas de gallos es una tradición.