La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han advertido este lunes de una crisis alimentaria generalizada en el marco de los constantes conflictos mundiales, la pandemia de la COVID-19, el cambio climático y la invasión rusa a Ucrania.
«Estamos profundamente preocupados por los impactos combinados de las crisis superpuestas al poner en peligro la capacidad de las personas para producir y acceder a los alimentos, empujando a millones más a niveles extremos de inseguridad alimentaria aguda», ha indicado el director general de la FAO, Qu Dongyu.
Así, ha expresado que existe una «carrera contrarreloj» para ayudar a los agricultores de los países más afectados, mientras que, por su parte, el director ejecutivo del PMA, David Beasley, ha señalado que se avecina «una tormenta perfecta» que dañará a «los más pobres de los pobres» y abrumará a «millones de familias que, hasta ahora, habían mantenido la cabeza a flote».
«Las condiciones ahora son mucho peores que durante la Primavera Árabe en 2011 y la crisis de precios de los alimentos de 2007-2008, cuando 48 países se vieron sacudidos por crisis políticas, disturbios y protestas», ha advertido, poniendo como ejemplo las crisis económicas actuales en países como Indonesia, Pakistán, Perú y Sri Lanka.
El informe de la FAO y el PMA sobre la inseguridad alimentaria aguda hace un llamamiento a la acción humanitaria urgente debido a las «terribles» condiciones macroeconómicas en varios países, agravadas por la pandemia y la agitación en los mercados mundiales, tanto de los alimentos como de la energía.
Por países, Etiopía, Nigeria, Sudán del Sur y Yemen siguen en máxima alerta como puntos críticos con condiciones catastróficas, mientras que Afganistán y Somalia entran en la categoría de catástrofe, según datos del último informe.
Esto implica que hasta 750.000 personas se enfrentan a condiciones de hambre y muerte desastrosas, siendo al menos 400.000 de la región etíope de Tigray, el número más alto registrado en un país desde la hambruna en Somalia en 2011.
Además, el informe alerta de las sequías en África oriental –en Somalia, Etiopía, Kenia o Sudán del Sur– y prevé lluvias por encima de la media y un riesgo de inundaciones localizadas en el Sahel, una temporada de huracanes más intensa en el Caribe y lluvias por debajo del promedio en Afganistán.
Finalmente, República Democrática del Congo, Haití, el Sahel, el Sudán y Siria siguen siendo «muy preocupantes» por el deterioro de las condiciones críticas, con Kenia como nuevo miembro de la lista en el informe, que proporciona recomendaciones específicas a cada país sobre las prioridades para abordar las necesidades humanitarias.
Asismimo, países como Sri Lanka, los países costeros de África Occidental (Benín, Cabo Verde y Guinea), Ucrania y Zimbabue son nuevos «puntos calientes» con respecto a las crisis del hambre, por lo que se unen a Angola, Líbano, Madagascar y Mozambique.
Beasley ha zanjado asegurando que las crisis superpuestas de los alimentos, la energía o el combustible, agravadas por las crisis climáticas y las económicas, son «solo la punta del iceberg». «Tenemos soluciones. Pero tenemos que actuar, y actuar rápido», ha agregado.
/Colprensa