Por MAURICIO CABRERA GALVIS
El juego de la pirinola que aplicó el profesor Mockus a la política, quería convencer a la gente que de las seis caras del juguete la única buena para todos era el “Todos ponen”. Que solo pongan uno o dos o, peor aún, que uno o todos quiten resultaba malo para la sociedad.
Lo que no imaginó Mockus es que el ingenio colombiano iba a inventar una nueva cara para la pirinola: la de “Ponen otros”. Es la que ya empezaron a usar en la discusión de la tercera reforma tributaria que acaba de presentar el Gobierno.
En principio todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de una reforma tributaria que le dé más recursos al Gobierno, aunque se discute cuándo debe aplicarse, porque subir impuestos en medio de una recesión es como tratar de curar a un anémico con sangrías que le quiten sangre. El problema y las grandes diferencias surgen cuando se trata de acordar cuáles son los impuestos que se deben subir, y quiénes deben pagarlos.
Más se demoró el ministro de Hacienda en radicar el proyecto de reforma en el Congreso que en salir los dirigentes de los gremios a rechazar el IVA a sus productos, o la eliminación de una exención particular, o que gravaran el patrimonio de sus afiliados. En una palabra, impuestos sí, pero que “Pongan otros”.
Si bien es entendible la defensa de los intereses particulares, lo que es reprochable es la irresponsabilidad fiscal de no proponer alternativas para generar los recursos adicionales que requiere el Estado. Lo mismo puede decirse de la postura de varios dirigentes políticos que con buenas razones se oponen a algunos impuestos regresivos, pero no plantean con qué reemplazarlos.
La única y notable excepción fue la del presidente de la Andi, quien propuso que para aumentar el recaudo del Gobierno, se pospusieran algunos de los beneficios que le habían dado en la pasada reforma tributaria: la devolución de los pagos por concepto del ICA y la reducción de la tarifa de impuesto a las empresas. Según el dirigente gremial aplazar estas dos medidas le daría al Gobierno el mismo monto de recursos que espera recoger con la extensión del IVA a la mayoría de los productos de consumo de los hogares.
Colombia necesita una verdadera reforma tributaria estructural que cumpla los criterios constitucionales de equidad, progresividad y eficiencia. Para lograrla y no repetir los fracasos recientes se requiere un gran consenso nacional, un nuevo contrato social en el que se acepte no solo que “Todos ponen”, sino que deben poner más lo que más tienen.
Es difícil que eso lo logre cualquier gobierno en su último año y en medio de una profunda recesión, y más difícil si quiere hacerlo hablando solamente con su aliados cercanos, o con sus hijos, y no tenga la apertura para construirla dialogando con todos los sectores políticos y sociales del país.
Economista.