Vallenatos: comprometidos con la fe
POR NINOSKA REYES URDANETA
El olor a inciensos y sahumerio, conducía el camino de los fieles hacia cada uno de los templos religiosos de Valledupar, este Domingo de Ramos, día que marcó el inicio a la Semana Santa, unos días diferentes, pero que cada religioso vivirá de corazón, lleno de esperanza y profundizando la transformación que Dios espera de cada ser humano.
Desde las 6:00 de la mañana las iglesias abrieron sus puertas, pocos fueron los fieles que pudieron presenciar la eucaristía, sin embargo, la oración en familia predominó sobre todas las cosas, las plegarias se hicieron presentes y las oraciones por un mejor futuro, fue lo que caracterizó a la feligresía este Domingo Ramos.
Con una palma en la mano, como símbolo de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, cada sacerdote inició la eucaristía. A su pasó bendecían las ramas que con fe, los fieles levantaban en señal de devoción. Recibir el agua bendita es el símbolo de un nuevo comienzo, de una transformación.
A la iglesia La Inmaculada Concepción, en el centro de Valledupar, los fieles llegaron con el alba, mientras las campanas sonaban en señal de una fiesta religiosa que desde ayer se inició como la Semana Mayor.
Zenit Macea, feligrés, llegó a la plaza Alfonso López con los primeros rayos del sol, para esperar su turno de entrada, ya que el aforo no superaba las 70 personas y era indispensable mantener el orden. “El año pasado viví el Domingo de Ramos con mucha tristeza, no poder asistir a la iglesia me llenó de nostalgia, pero ahora siento un nuevo inicio para pedir ante Dios nos permita salir de esta difícil situación por la pandemia”.
Otras de las asistentes fue Carmela Angulo, quien refirió que ha sido una gran oportunidad reencontrarnos en los templos. “Dios es misericordioso, nunca nos ha dejado solos, por eso nos librará de esta gran batalla que la humanidad tiene contra el Covid-19”.
CON RESPONSABILIDAD
Con un ramo de olivo en sus manos, frente a la iglesia se encontraba Esperanza Ustáriz, quien manifestó que sintió mayor compromiso con Dios haber regresado a la celebración en medio de una pandemia. “Nos toca a nosotros cuidarnos, asumir con responsabilidad el reto de evitar contagios, pero sobretodo afianzar la vida espiritual para lograr ser mejores personas.
De igual manera, María del Rosario Guerra, dijo sentirse una gran emoción revivir la entrada de Jesús s Jerusalén. “Como vallenata católica toda la vida he acudido a vivir el Domingo de Ramos, el año pasado fue duro celebrarlo a la distancia, pero hoy Dios nos ha devuelto las esperanzas”.
En la plaza Alfonso López se respiraba un ambiente de alegría y paz, más aún cuando José Antonio Manjarrez, dispersaba el humo del sahumerio entre los fieles, como señal de purificación propia de la Semana Mayor.
“Dios es tan misericordioso, que me permitió regresar a ofrecer los inciensos a los fieles católicos. El año pasado nos tocó retirarnos, pero hoy nos devolvió la esperanza, hay que creer y confiar en él”, dijo mientras rodeaba a los presentes entre el aroma del sahumerio.
Entre los presentes también se encontraba Teresa Cobos, ofreciendo ramos y espigas, pero convencida que esta Semana Santa es el inicio de un nuevo ciclo de vida para superar las adversidades que en la comunidad ha dejado el mortal virus.
ES UNA GRACIA, UNA BENDICIÓN
La misa central de Domingo de Ramos, estuvo presidida por monseñor Oscar Vélez Isaza, Obispo de la Diócesis de Valledupar, quien reiteró que este Domingo de Ramos se vivió una gracia, una bendición al poder recibir, aunque con restricciones, a los fieles en sus templos.
Es el domingo donde se resume toda la Semana Santa. La Pascua es muerte y vida, que el hombre triunfa sobre el pecado y sobre la muerte. “Vivamos la Semana Santa en recogimiento, siendo prudente, que no hay necesidad de pasar por encima de alguien para demostrar la fe, que no es fanatismo ni proselitismo”.
Alabad á Jehová, porque es bueno. Ese es el llamado a la feligresía para que viva con gozo la muerte y resurrección de Cristo.