Diario del Cesar
Defiende la región

La mujer: menos flores más acción 

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Por CECILIA LÓPEZ MONTAÑO 

De nuevo se celebró ayer el Día de la Mujer que por la realidad que se vive en medio de la pandemia, no es hora de flores sino de acción. Todas las cifras demuestran que los esfuerzos realizados por décadas para reducir esa inmensa desigualdad entre hombres y mujeres han fracasado tanto en Colombia como en el mundo. Pero no es posible que las mismas mujeres y todos aquellos que se quejan de las injusticias que no se han logrado ni siquiera reducir y menos eliminar, entiendan que hay que cambiar el discurso, las acciones y todo lo que se ha venido haciendo.

Cuánto hace que se viene denunciando la forma como se trata a la mujer en el trabajo. Cuánto hace que se lucha por igualdad de oportunidades en todos los espacios de la sociedad. Cuánto hace que se insiste en que tiene que acabarse la violencia contra la mujer. Décadas enteras de movimientos sociales denunciando hechos de esta naturaleza, y el resultado es desastroso: en la pandemia todo esto lejos de reducirse se ha aumentado a niveles inconcebibles.

Pero lo más desalentador es que no se cambia el análisis sobre las causas de este desastre. Por el contrario, se insiste en lo mismo, las flores, la imagen de la mujer como madre abnegada, como la responsable de cuidar con amor a su familia, a su pareja, a sus hijos, a sus nietos. Es esa mezcla de amor con acción la que frena muchos cambios en la forma como la sociedad percibe a la mujer. Pareciera que el amor es solo una responsabilidad de la mujer como si los hombres no tuvieran también ese sentimiento y no debieran sentirlo por su pareja, por sus hijos, por sus nietos.

Esa mezcla de amor con acciones es lo que ha terminado por impedir que la mujer tenga las mismas oportunidades que los hombres, aun cuando están más educadas que ellos. El cuidado no remunerado es la clave de esta discriminación y muchas mujeres, si no la mayoría, se niegan a entender que su amor no se expresa por acciones como preparar alimentos, tender la cama, limpiar el polvo, y asegurar todo aquello que garantiza que los miembros de la familia estén bien. Las acciones las pueden realizar terceros pero el amor es solo de ella o de él.

Si no se entiende esa separación será imposible lograr lo obvio que el cuidado no remunerado salga del hogar para que lo realicen el Estado o el mercado y la mujer gane esa autonomía que requiere con urgencia. Cómo hacer para que las mismas mujeres entiendan esa realidad y le pierdan el miedo a cambiar su papel de cuidadoras naturales, sin reconocimiento ni remuneración, y asuman el papel de individuos con los mismos derechos de los hombres. En ese momento las actividades de cuidado no compiten con lo que es irremplazable su amor por sus hijos, por su pareja, por el resto de la familia. Ese es el cambio que se requiere en pleno siglo XXI. Lo demás son las mismas flores de siempre que en nada cambian su realidad. Para empezar, lo importante es que las mujeres entiendan claramente este mensaje. Un cambio impostergable.

ExMinistra de Estado